El oprobio del hambre by Rieff

El oprobio del hambre by Rieff

autor:Rieff
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2015-12-14T00:00:00+00:00


12. FILANTROCAPITALISMO: UNA HISTORIA DE AMOR (PROPIO)

Según una vieja broma hawaiana sobre las primeras familias estadounidenses de misioneros que llegaron a las islas en la década de 1820: «vinieron a hacer el bien, y verdaderamente les fue muy bien». Ni Rajiv Shah ni Justine Greening fueron los únicos en pensar que Estados Unidos y el Reino Unido podrían sacar provecho material del bien que su nueva visión del desarrollo enfocado hacia las empresas ya estaba haciendo, por no mencionar el bien mucho mayor que estaban seguros que podría conseguir en décadas futuras. Considerada históricamente, tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra, la ayuda para el desarrollo, a pesar del bien que los donantes esperaran que hiciera, se daba por supuesto que servía simultáneamente a los intereses geoestratégicos y geoeconómicos de los donantes. El Plan Marshall y la revolución verde eran ejemplos patentes y eficaces de ello; un ejemplo claro de su fracaso fue el de la USAID durante la guerra de Vietnam, al intentar ganarse las simpatías de los survietnamitas de a pie. Dicho lo cual, un escéptico que escuchase a Shah o Greening habría tenido todo el derecho a preguntar por qué alguien debería haber imaginado que dichos funcionarios enmarcarían los temas del desarrollo de cualquier otra manera que no fuera en términos capitalistas de libre mercado.

Las versiones anteriores de los argumentos de intereses (nacionales) que los funcionarios de desarrollo occidentales presentaron estaban conformados por imperativos geoestratégicos al igual que por imperativos caritativos, incluso si, como Nick Cullather ha mostrado en su trabajo sobre la revolución verde y la Guerra Fría, «las terminologías de alianzas, telones de acero y armamentos [suelen] dar pie a un lenguaje de despegues, planes quinquenales e índices de crecimiento [económico]»[272]. La ayuda occidental era una parte integral del enfrentamiento con la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Al contrario, el proyecto de desarrollo que Shah y Greening sugirieron no tenía al parecer espíritu competitivo, pues la competición sana por el reconocimiento que Gates había descrito en su discurso en Davos sobre el capitalismo creativo era la recompensa que recibirían las corporaciones por su «buen comportamiento» en situaciones en las que no hubiera ganancias. Lo que se describía era desarrollo sin fricción, «un motor híbrido de intereses propios que se preocupa por los demás»[273], en palabras de Gates, que era parte del mundo del «capitalismo sin fricciones» del que había hablado tanto. Como Sylvia Mathews Burwell, directora de la Fundación Gates antes de convertirse en secretaria de Sanidad y Servicios Sociales en el Gobierno de Obama, me describió cuando la conocí en Seattle hace unos años, «el enfoque [de la Fundación era] hacia lo individual en vez de lo macro [económico y político]». Esta era con creces la mejor estrategia, dijo. Como si estuviera ilustrándolo, señaló una foto en la pared de su oficina de un niño africano que sostenía un cubo azul. «Nos referimos a esta persona como “el jefe” —dijo—, y doy una copia de esta imagen a cada nuevo empleado de la Fundación»[274].



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